Desarrollo Económico Inclusivo


Programa Empoderamiento Socio-Económico de Mujeres

Cuba es un país con un alto nivel de urbanización y población urbana, que asciende al 75 % de la población total. En Cuba se observa una migración de las zonas rurales hacia la ciudad, que se ha convertido en un crecimiento significativo de ciudades como La Habana, Villa Clara y Santiago de Cuba. La migración hacia la ciudad en búsqueda de mayores oportunidades significa un crecimiento en la densidad poblacional de las grandes ciudades, donde hoy se observan fenómenos como la existencia de varias familias compartiendo una sola vivienda. Este alto flujo de personas significa un incremento en la presión sobre los servicios sociales, de salud, la infraestructura y el bienestar de la población local, que se ha manifestado en violencia inter-familiar y comunitaria, y mayores desigualdades entre familias y comunidades.

Las condiciones de pobreza, desigualdad y violencia actúan de manera profunda y sostenida sobre el bienestar de la población. Entre los factores que han conducido a la agudización de esta problemática se destacan el crecimiento acelerado de la población, la urbanización no controlada ni planificada, las migraciones del campo a la ciudad y el deterioro de la infraestructura sanitaria, entre otros. En Cuba, los estudios relacionados con la temática de violencia, desigualdad, y pobreza se pueden enmarcar en un pasado muy reciente. El abordaje de estos fenómenos en Cuba se consideraba articulado a modelos conceptuales apegados a la sociología burguesa, los cuales eran ideológicamente incorrectos e inapropiados para explicar los procesos de cambio en el socialismo, los cuales seguían la lógica de la creciente homogeneización social.

El concepto desventaja social es cubano, pues en otros países esta problemática se define asociada a la marginación. Desventaja social se define como el conjunto de condiciones temporales o de relativa permanencia que afectan las condiciones de vida y el desarrollo.

Pocos trabajos han sido publicados sobre el tema pobreza en el contexto cubano y los que existen han surgido aisladamente y han abordado el tema de forma parcial, debido principalmente al déficit en el acceso a información cuantitativa. Estos pocos ejemplos de investigación se han concentrado en analizar partes aisladas de estos fenómenos y han estado enmarcados por los límites de las disciplinas que los han abordado. El interés por abordar la problemática de la violencia en Cuba es de reciente aparición en las agendas de los investigadores. Aristas como la violencia psicológica, de género, intrafamiliar y sexual, representan la mayoría de los estudios hasta la fecha, dejando a un lado entre otros temas, trabajos acerca del fenómeno de la violencia física de la cual no se tienen referencias de investigación en el país.

El caso de la relación desigualdad – pobreza es aún más complejo, pues los estudios publicados en Cuba son aún más escasos, y ha sido un tema poco discutido. Ello pudiera deberse a que no es un tema típico o pertinente en las agendas de las disciplinas sociales de los países socialistas, bajo el supuesto de que las transformaciones sociales emprendidas tienen como impacto el mejoramiento ininterrumpido de las condiciones de vida de los sectores populares y la desaparición de las situaciones de desventaja económica y social.

Entre los problemas que se reconocen, se encuentran las diferencias existentes entre contextos urbanos y suburbanos de occidente, centro y oriente; los bajos salarios que ofrece el empleo estatal; los problemas habitacionales relacionados con el acceso a la vivienda y la convivencia de varias generaciones en un mismo hogar que en muchos casos condicionan la no procreación de hijos; las diferencias que genera el acceso a remesas familiares desde el exterior; el envejecimiento poblacional que condiciona el cuidado y atención al adulto mayor con detrimento de la capacidad laboral de algunos miembros de las familiar, mayormente mujeres; inseguridad alimentaria relacionada con la poca productividad del sector agrícola debido a sequía, deterior de suelo, aumento de especies invasores, zonas costeras muy vulnerables y bajos salarios.

Por otro lado, la descentralización que vive el país a partir de la implementación de los Lineamientos del Partido, provee una oportunidad para trabajar con los gobiernos locales.  Sin embargo, estos tienen capacidades muy limitadas para la consulta pública, la planificación y la gestión de procesos de desarrollo participativo. Se corre el riesgo que los gobiernos locales recreen la cultura paternalista a nivel local, y que las comunidades tengan poca influencia y oportunidades de participar en el desarrollo local.  A su vez, las instituciones cubanas y los gobiernos no están listos para que participen los jóvenes activamente en la toma de decisión.

El país vive una política de reducción del empleo Estatal, y se ha identificado que las mujeres son las más afectadas en este sentido. Las mujeres acuden al trabajo en el sector No Estatal en menor proporción que los hombres, por el riesgo que implica, la falta de beneficios y la no existencia de una estructura de apoyo (cuidado de niños y anciano) en el sector no estatal. Las mujeres jóvenes tienen menos oportunidades de empleo y de conseguirlo, las posibilidades de que responda a intereses profesionales son aún menores. A pesar de los esfuerzos realizados por el gobierno, las mujeres tienen una mayor carga de trabajo y responsabilidad en el hogar que los hombres. En un gran número de hogares, la decisión sobre el uso de los recursos es fundamentalmente de los hombres, y las mujeres invierten más en gastos de la familia que los hombres.